Cómo sacar partido a una colina
Las bodegas de Ollauri se ubican en la ladera del cerro Churrumendi
El pequeño pueblo de Ollauri, donde nació y tiene su sede actual nuestra bodega Conde de los Andes, conserva un trazado urbano adaptado a la orografía. Su pequeño núcleo se extiende de forma semicircular en torno a la pendiente noreste del cerro conocido como Churrumendi.
El caserío se distribuye de forma escalonada en el trazado de calles longitudinales y transversales a la pendiente. En los lugares más elevados, justo por debajo de la cima llana del mencionado montículo, se asentaron desde tiempos pasados las bodegas subterráneas.
Los terrenos de la ladera están formados por materiales duros, fundamentalmente areniscas, y otros blandos constituidos por arcillas, margas y yesos. Esta morfología facilita la excavación. Además, su escasa o nula plasticidad ha permitido preservar las bodegas casi intactas durante siglos. Este factor, común en otros pueblos riojanos, ha resultado clave para el desarrollo de una vinicultura basada en la conservación del vino. Es bien sabido que la bodega subterránea proporciona unas condiciones adecuadas para la crianza, como ya recogía en 1513 Gabriel Alonso de Herrera en su tratado Agricultura General. Según este autor, una buena bodega debía ser "honda, fría, enxuta, escura, de gruessas paredes, muy sano el tejado y si es doblado muy mejor". Para Herrera la construcción de bodegas era un aspecto fundamental, "pues si a buena vendimia sucede buena bodega, muy pocas veces se hará mal vino".
Influídas por estos saberes, las familias viticultoras y elaboradoras de Ollauri horadaron a conciencia la cara septentrional de la colina que domina el pueblo. Nuestros predecesores, los Paternina de Ollauri, construyeron varios "calaos" y adquirieron otros hasta completar el magnífico conjunto de galerías que hoy podemos disfrutar. Y que aún usamos para la guarda de los vinos de Conde de los Andes.
El Calado de los Gallegos
Uno de los calados más extensos y emblemáticos es el conocido como "de los Gallegos". Fue excavado entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Debe su nombre a las cuadrillas de temporeros gallegos que se encargaron de su construcción. Hábiles canteros, fueron también observadores preclaros de la singular geología del Churrumendi: excavaron aprovechando el estrato de materiales blandos que quedaba entre dos horizontes de piedra arenisca.
Si visitáis los calados de Conde de los Andes apreciaréis perfectamente las marcas en las paredes. Son el testimonio del esfuerzo de aquellos sufridos trabajadores que, en el escaso tiempo que les permitían sus continuas actividades en la viña, se ponían a picar la piedra riojana.
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