Va a haber que esperar unas semanas, pero casi mejor: cuando la podamos recorrer, el viñedo estará pletórico en su etapa de verdor, con los racimillos empezándose a formar en las vides.
Será un homenaje a nuestra tierra, al paisaje y a la actividad que nos da sentido. Será también una forma ?tan real como simbólica? de desentumecer piernas y mente. Y por supuesto, será una invitación a recuperar y honrar entre todos la naturaleza y la energía de la vida.
Breve descripción de un bello recorrido
Seguiremos el curso del Ebro de subida, hacia el oeste, por lo que empezaremos en las puertas de nuestra bodega de Muriel, en Elciego, para ir enlazando, por bonitos caminos rurales y pistas entre viñas, cinco preciosos e históricos pueblos a la vera del río.
Desde Elciego la primera etapa nos conduce a Baños de Ebro por la meseta de El Gallo, que tan bien conocemos. De estas cepas de tempranillo y viura nacen nuestros vinos de Viña Muriel. Entre terrazas de viña iremos bajando hasta casi la orilla del Ebro por la zona llamada Los Barrancos. Bordeando sotos y alamedas llegamos a Baños.
Sin abandonar la ribera del río, tomamos la cómoda vereda que atraviesa una ancha vega, en dirección a San Vicente de la Sonsierra. Iremos alternando caminos de tierra y tramos de carretera comarcal, siempre entre viñas, pequeños taludes de arenisca y algún antiguo guardaviña. Al otro lado del Ebro pronto aparece un inconfundible cerro puntiaguda coronada por las ruinas del castillo de Davalillo. En la Edad Media protegía la antigua frontera entre los reinos de Castilla y Navarra.
Remontando algunos collados y pequeños barrancos llegamos hasta San Vicente y su imponente perfil dominado por la iglesia y el castillo. Desde aquí cruzaremos el río Ebro hacia el pueblo de Briones, majestuoso en su colina.
Nos quedan apenas seis kilómetros entre viñas hasta llegar a las puertas de Conde de los Andes, nuestra bodega en Ollauri. En total habremos recorrido alrededor de 36 kilómetros por este intenso y precioso Camino Natural de Ebro.
Algunas imágenes del recorrido a su paso por el gran meandro de San Vicente de la Sonsierra, tomadas hace un año, en marzo de 2019. Entre viñas y guardaviñas, el castillo de Davalillo a la vista:
(...) llegaron Don Quijote y Sancho al río Ebro, y el verle fue de gran gusto a Don Quijote, porque contempló y miró en él la amenidad de sus riberas, la claridad de sus aguas y el sosiego de su curso y la abundancia de sus líquidos cristales, cuya alegre vista renovó en su memoria mil amorosos pensamientos.
Miguel de Cervantes, El Quijote, Segunda Parte, XXIX
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