La viura no es explosiva ni inmediata, ni tampoco muy expresiva de entrada. Pero llega muy lejos. Es como un corredor de fondo". Nuestro enólogo, Chema Ryan, ensalza las virtudes de la variedad blanca riojana por excelencia comparándola con un atleta sufrido y poco rutilante pero que, al final, hace una gran carrera y se queda tan fresco.
La cepa blanca de Rioja es una uva resistente y de elevado rendimiento, con una extraordinaria capacidad de adaptación a diversos tipos de suelo y condiciones climáticas. En los carasoles arcillo-calcáreos de Rioja Alavesa y de Rioja Alta se encuentra bien asentada, aunque también se ve favorecida en terrenos aluviales de cierta altitud, como los abanicos del Monte de Yerga.
Sus uvas son de tamaño grande y piel fina y dorada, y su vino destaca por el equilibrio y una acidez apreciable. Es relativamente parco en nariz, apenas notamos sutiles notas de flores blancas y hierbas de sotobosque, en una complejidad aromática tenue y limitada. Pero esta timidez se transforma en boca en energía y frescura, ofreciendo vinos de grandes aptitudes gastronómicas. Nuestros Muriel Fincas de la Villa Blanco y Viña Eguía Blanco, por ejemplo, tienen en su aparente simplicidad la virtud de envolver, emparejar y potenciar los sabores de un amplio abanico de recetas, tapas y platos.
Los vinos maduros
Pero donde la viura sobresale es en los vinos más maduros. Su potencia, combinada con una vibrante acidez, es clave para el envejecimiento. Nuestros antepasados lo sabían muy bien y por eso desde antiguo se ha usado esta variedad para elaborar los grandes vinos blancos riojanos de guarda, una de las señas de identidad de la denominación.
Hoy los blancos riojanos maduros viven un renacimiento merecido. Como afirma un interesante artículo del blog Con el Morro Fino, "vivimos en un mundo rápido y quizás ya nadie está preparado para esperar un tiempo infinito para beber una botella. Sin embargo es maravilloso beber vinos blancos con 40 años, lo que estos seres de luz despliegan está al alcance de muy pocos".
En el catálogo de Muriel Wines tenemos buenas muestras de estos blancos maduros, como Viña Muriel Blanco Reserva y sobre todo, los Conde de los Andes de añadas viejas. Actualmente comercializamos el Semidulce de 2003 y una cantidad limitada de la cosecha 1983. Estas botellas han descansado durante décadas en la oscuridad de los calados de Ollauri, en las condiciones ideales para que nuestra 'corredora de fondo' se tome su tiempo.
Un viñedo riojano-alavés de cepas viejas de viura
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