Al cumplir 10 años hay que hacer algo, y Fundación Maga ha hecho un libro.
Una bonita pieza que es un repaso fotográfico a todos este tiempo pero sobre todo una inmersión emocionante en los 10 proyectos realizados con una misión: mejorar la educación y las condiciones de vida de la población infantil en distintas localidades de dos países, Sierra Leona, en África Occidental, y Camboya, en el Sudeste Asiático.
Compartimos con todos vosotros la introducción del libro, un homenaje a Mari Carmen Gangutia.
Nunca imaginamos, hace 10 años y cuando comenzamos, que llegaría el día de celebrar nuestro décimo aniversario. Hoy el tiempo se detiene ante nosotros y, como si se tratase de una noria que se para durante un momento en lo más alto, nos quedamos quietos observando cada proyecto con alegría y orgullo, antes de retomar el movimiento.
Como ya muchos sabréis, Fundación Maga nació como un homenaje a nuestra madre, y compañera de vida, Mari Carmen. Ella no pudo ser partícipe de ninguno de los diez proyectos que hemos realizado hasta la fecha, y estamos totalmente seguros de que hubiera celebrado con nosotros la felicidad e ilusión de cada viaje a Sierra Leona y Camboya. Le hubiéramos explicado lo complicado que fue encontrar los proyectos adecuados, y los momentos tan inolvidables que nos han hecho vivir (ya sabemos que hay viajes buenos y viajes que no lo son tanto). De habernos acompañado, seguro que no se habría quejado ni por el peso de las maletas (que siempre llevamos cargadas de medicinas, ropa, comida y juguetes), ni por los alojamientos, ni por la comida (a veces escasa, otras veces muy picante, casi siempre exótica y diferente), ni por el clima que, de seguro y sin remedio le habría rizado el pelo. Tampoco se habría quejado de los baches en las carreteras kilométricas, imperfectas y aparentemente infinitas que hacen falta recorrer hasta llegar a las escuelas y misiones.
Ella se habría emocionado con cada anécdota relatada con detalle por José Luis y conmovido con las historias de Kike o las duras realidades por las que han pasado las Hermanas Clarisias y las Hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús en Camboya . Ella se habría metido en el bolsillo, y sin ningún esfuerzo, a cada uno de los 3.000 niños y niñas que han pasado por nuestras escuelas, contagiándonos su cara de felicidad. ¡Anda que no habría alucinado al verse envuelta por esas estampidas de caritas infantiles sonrientes y por todos los vestidos de colores que nos reciben en cuanto ponemos un pie en cualquier aldea!
Somos muy afortunados, porque tú eres nuestra madre y, en el fondo, también la de todos los niños y niñas de la fundación.
Ojalá puedas oírnos porque te diríamos bien alto que, aunque aún nos tenemos que acostumbrar a tu ausencia y seguimos echando de menos la sensación inigualable (que brindaba tu presencia) que brinda la presencia de una madre, el hecho de extrañarte ahora significa que la vida contigo ha sido muy buena, la mejor. Tú has sido una madre, y una esposa, en el sentido más amplio de la palabra, y cada proyecto lleva un trocito de ti. Gracias.
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