Aunque en la actualidad su presencia sea escasa ?especialmente si la comparamos con las casi 13.000 hectáreas que ocupa el viñedo?, el olivo no es un cultivo nuevo en Rioja Alavesa. Como en como todas las tierras del amplio valle del Ebro, la oleicultura ha sido aquí una costante desde, como mínimo, la época romana, más de 2.000 años atrás.
En nuestro lado del Ebro, la mejor época para el olivar, como mínimo desde que se tiene constancia documental, fue a finales del siglo XVIII, donde una masa de olivos solía rodear los diferentes núcelos de población, sobre todo en el sector sur-oriental de la comarca, de clima más cálido y seco y, por tanto, más propicio para su cultivo.
Luego el viñedo fue ganando terreno a lo largo del siglo XIX hasta constituir casi un monocultivo. Pero la plaga de la filoxera lo arrasó el viñedo. A principios del siglo XX, la superficie de viña pasó de 12.000 a 300 hectáreas y en la necesaria sustitución de cultivos uno de los ganadores fue, de nuevo, el olivo. Con todo, la viña volvió a recuperar protagonismo con cierta rapidez. En los años 40, época de escasez de todo, la madera de los olivos arrancados se transportaba a la cercana ciudad de Logroño, donde alimentaba las calefacciones.
En esos mismos tiempos surgen los primeros trujales cooperativos en los municipios de Oyón y Moreda de Álava. Hoy las almazaras riojano-alavesas son ya cuatro, y conocen un renovado crecimiento. En conjunto, estas instalaciones reciben cada cosecha unos 200.000 kilos de aceitunas de la variedad arróniz, variedad autóctona de la comarca y de buena parte de Navarra. Con ellas se elabora un aceite de oliva virgen extra verde amarillento, con un aroma fresco, de hierba recién cortada, y un sabor afrutado medio.
Poco a poco, pequeñas plantaciones de olivo se van sumando en el resto de pueblos y surgen nuevas iniciativas de comercialización. La Fiesta del Aceite de Rioja Alavesa, que se celebra cada mes de marzo en Moreda, se está convirtiendo en una cita indeludible para los aficionados a la gastronomía y en concreto al buen aceite de oliva virgen extra.
El panorama pinta positivo, de un bonito color verde-plata como las hojas de los nuestros nuevos árboles.
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