Pedaleamos por los caminos de ribera, una ruta con origen y final en nuestra bodega
Bajamos de la bicicleta y nos acercamos a la espesura. Un brillo oscilante nos ha llamado la atención. Entre el ramaje de los chopos se abre una ventana que da al río Ebro. La lengua de agua discurre con mansedumbre en el buen tiempo de este principio de otoño. La superficie centellea bajo el sol y en la otra orilla un pescador nos saluda con la mano.
Estamos a la mitad del recorrido. Hemos salido a primera hora de la mañana de las puertas de Bodegas Muriel, en Elciego, con la idea de marcarnos una buena ruta de unos 25 Km pedaleando entre viñas y barrancos, a la vera de los sotos del gran río.
Al encuentro de la diversidad de paisajes
Esta ruta es entretenida, divertida, vistosa y accesible para todos los públicos, sean más o menos expertos. Además, es todo un descubrimiento. Permite entender y disfrutar las peculiaridades geográficas del entorno de Elciego. En otras palabras, por el "sube y baja", como dice muy gráficamente nuestro enólogo, Chema Ryan, para describir la particular orografía de esta zona de Rioja Alavesa.
El primer tramo revela el paisaje más característico del viñedo de Muriel: el amplio altiplano de El Gallo y las suaves laderas de Garcimoracho, al oeste del pueblo. Son parcelas de gran tamaño, muy bien cultivadas, donde podemos observar la perfecta y antigua adaptación de la viticultura a los equilibrados suelos arcillosos y calcáreos de la zona.
Por fáciles caminos vamos descendiendo en dirección sur. De repente el terreno se va encajando y la pendiente se hace más pronunciada. Un par de recodos nos meten de lleno en una estrecha barranca entre bosquecillos de pino y coscoja. Al final salimos a una ancha superficie llamada Valduengo, situada entre los taludes que hemos dejado atrás y el cauce del Ebro. Este es el segundo paisaje que encontramos en la ruta: las llanas tierras de ribera, de suelos de arena y canto rodado, donde la viña convive con una estrecha franja de bosque fluvial.
Ahora la ruta seguirá la línea sinuosa del Ebro durante más de 10 Km en un recorrido de lo más fácil y agradable. Las hojas de las cepas van virando a tonos amarillos, morados, marrones, mientras una luz suave pinta las laderas de ocre. Nuestras ruedas siguen las grandes curvas de los meandros de La Mezana y El Encinal. Pronto llegamos a una área recreativa a orillas del río llamada La Poveda, donde las gentes de Lapuebla de Labarca acuden desde siempre a descansar, refrescarse y comer al aire libre.
Un acantilado impresionante
Continuamos el trayecto y al poco rato topamos con un paraje espectacular: a nuestra izquierda se levanta un acantilado desnudo y vertiginoso, que empuja el camino hacia la orilla del río. Parece que estemos en una garganta en pleno desierto, de tan árida que resulta la pared de la montaña. La pista empieza a subir hacia Lapuebla y avanzando por las calles del pueblo llegamos hasta la carretera A-4208, que tomamos en dirección a Elciego. Es una vía bastante tranquila que ofrece fantásticas panorámicas hacia el valle del Ebro y hacia los meandros que hemos atravesado hace un rato.
Tras algunas subidas y bajadas suaves, pronto llegamos a la bodega. La excursión ciclista nos ha desvelado varios micro-paisajes fascinantes y muy diferentes, que forman un mosaico vitícola único en el mundo. ¡Y en solo 25 kilómetros!
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