Tres amigos enólogos se reúnen para comentar el final del ciclo de la vid
¿Qué hacen tres amigos enólogos cuando se juntan para comentar la jugada? Está claro, compartir charla, información, anécdotas, datos técnicos y el buen momento de un vino en común.
En esta ocasión, se abren un mágnum de Muriel Crianza 2018. Si en formato botella normal de 75 cl destaca por su versatilidad y frescura, en mágnum se intensifican esas sensaciones y se añade algo más: un equilibrio total, una redondez que envuelve y tiene algo de reconfortante. Somos muy partidarios del mágnum.
Culmina el ciclo 2022
Los tres amigos enólogos centran la conversación en el final del ciclo de la vid. Es normal, septiembre marca el inicio de la vendimia en Rioja Alavesa, y este año aún más: las condiciones climáticas del verano, con temperaturas muy altas y un tiempo seco sin contemplaciones, han adelantado el calendario de recolección.
Parece ya muy lejano el día en que vieron los primeros brotes nacer en las cepas de tempranillo. Y fue hace sólo cinco meses. Desde aquel principio de abril, han pasado muchas cosas. El repentino calor de mayo causó una pequeña "explosión" en las viñas: el crecimiento de ramas y hojas se disparó. Para asegurar un correcto crecimiento de los racimos, los equipos de campo tuvieron que trabajar duro haciendo con una espergura selectiva para retirar la vegetación sobrante.
Junio fue crucial. Es el mes de las tormentas y de la floración, dos cosas que no se llevan demasiado bien. Si las precipitaciones son fuertes, y a veces llegan a ser incluso violentas a finales de primavera, el cuajado de las diminutas uvas puede peligrar. Finalmente, este año, salvamos esos "escollos" sin demasiados problemas.
El verano de la contradicción
Todos están de acuerdo en una cosa: este verano extremo ha tenido dos grandes efectos que parecen contradecirse entre sí. Por un lado, la nula incidencia de enfermedades provocadas por hongos, como el oidio, que sí aparecen en años más húmedos. En otras palabras, los racimos brillan de buena salud. La cara B es la reducción de la cantidad de uva. Ha sido tal la intensidad del calor –incluso de noche– que parece como si muchas vides, especialmente las plantadas en vaso tradicional, hayan decidido limitar el tamaño de sus "familias" con el único objetivo de proteger la casa al completo. La verdad es que es de lo más comprensible.
Los amigos enólogos comparten la idea de que vamos a tener una cosecha de gran calidad pero de cantidad reducida. Los parámetros sanitarios de la uva son excelentes. Hay bayas que se han quedado algo pequeñas, el calor ha parado su crecimiento. Pero seguro que su piel encierra un mosto de carácter arrollador.
Los tres ya tienen claro cuándo empezarán sus bodegas a vendimiar. Así que, con la calma que precede al futuro ajetreo, han decidido disfrutar este Crianza de Muriel en formato doble. Buena elección para brindar por una buena vendimia.
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