Para acompañar dos propuestas clásicas como son la ancestral sopa castellana ?elaborada a base de ajo, pan seco y pimentón y opcionalmente huevo? y una suave crema de calabaza, lo más recomendable es un blanco con cuerpo, con maduración en roble, con un componente aromático sobrio pero una boca sabrosa e intensa. Tenemos el vino perfecto: Viña Muriel Blanco Reserva.
Es un vino clásico y de notable energía. Elaborado con uvas de la variedad viura estrictamente selecconadas en una de nuestras mejores fincas, El Gallo, en Elciego (Rioja Alavesa), tiene una vinificación delicada. Por ejemplo, el prensado de las uvas es muy suave, para extraer solo la parte más frutosa del zumo. La clave de su personalidad expresiva y redonda es que fermentamos el mosto dentro de barricas de roble francés. Luego pasa 8 meses madurando en esas mismas barricas.
Ver y tocar las cepas de viura de El Gallo es algo especial. Pocas vides conservan tanta prestancia aún con su notable edad, de más de 40 años. De sus brazos largos nacen racimos sanos y de buen tamaño. Los granos de uva son muy gustosos. Y de ellos sale un vino con materia, con complejidad. Su sensación acolchada y crujiente admite una temperatura no muy fría, lo que es ideal para a textura de las cremas y para los sabores recios de las sopas de ajo. Con esta última propuesta, caracterizada por su honda raíz, la distinción del Viña Muriel Blanco Reserva aporta un contraste sugerente.
También otros platos de cuchara, como determinadas recetas de legumbres, serán buenos compañeros de este vino. Pensamos, por ejemplo, en uns alubias con almejas: tierra y mar combinadas con un blanco jugoso, persistente, con muchos matices de riqueza.
También te puede interesar: