Una escuela de niñas frente a la pandemia
Fundación Maga reorienta su actividad en la escuela de Lunsar, Sierra Leona
La hermanaAdriana, directora de la escuela de niñas que las Misioneras Clarisas tienen en Lunsar (Sierra Leona), se refiere con estas palabras a la situación sanitaria y de salud pública en ese país africano, donde nuestra Fundación Maga lleva más de 10 años impulsando proyectos educativos.
El coronavirus también ha llegado a Sierra Leona, y sus efectos añaden aún más precariedad a todos los aspectos de la vida cotidiana de la población. La educación, que es clave para mejorar las condiciones materiales y las expectativas de futuro de los más jóvenes, se ha visto especialmente afectada. Hace unas cuantas semanas se decretó el cierre de los centros y niños y niñas permanecen en sus casas, lo que puede aumentar el riesgo de abandono escolar de muchos de ellos.
En el caso de la escuela de niñas de Lunsar, las monjas y el resto del equipo docente se han adaptado con rapidez para garantizar una cierta continuidad educativa.
El papel de Fundación Maga
Desde la Fundación también hemos tenido que reorientar algunas actuaciones. Justo antes de que se extendiera la epidemia de Covid-19, estábamos iniciando la construcción del nuevo laboratorio de ciencias. En un futuro próximo retomaremos el proyecto, pero por ahora estamos destinando recursos a aspectos más urgentes, como la compra de todo tipo de material escolar.
Como el resto de la comunidad educativa, deseamos y trabajamos para un pronto regreso a la normalidad, que para las alumnas consiste en disponer de un entorno apto y seguro, dotado de todo lo necesario para la educación pero también de otro tipo de espacios, como los comedores y baños que hemos contribuido a construir en los últimos años.
La pasada experiencia del Ébola
Hace pocos años Sierra Leona se vio afectada de pleno por la epidemia del ébola, con consecuencias devastadoras. Meses atrás la hermana Adriana nos contaba cómo afectó el ébola a la educación y a las familias sierraleonesas:
"Con la suspensión de clases en 2014, el gobierno trató de seguir el programa a través de la radio, pero sin ningún éxito. Los niños se vieron forzados a ir a la calle y al campo para ayudar a sus padres. Todo el país se paró, lo que recrudeció una situación económica ya de por sí precaria. Algunas chicas se enredaron en la prostitución para obtener algo que llevar a casa. Cuando las escuelas reabrieron, muchas ya no volvieron. Algunas murieron de todo menos de ébola, otras quedaron embarazadas?
(...)
Todavía me cuesta hablar de ello. En aquellos momentos pasó por delante la necesidad de ayudar a las familias afectadas. Toda la población tenía miedo y la incertidumbre se respiraba en el ambiente, la gente esperaba que saliéramos del país como lo hicieron los trabajadores de las minas y de muchas ONGs. Los niños preguntaban ?Sista u dego?? (?¿Hermana, te vas??). No podíamos dejarlos, estábamos en esto juntos. Sin darnos cuenta, permanecer en el país nos convirtió en un signo de esperanza, les dio confianza.
El ébola hirió su cultura. Los sierraleoneses son hospitalarios y de pronto se vieron en un ambiente adverso y de falta de confianza en el otro: ¡nadie estaba a salvo!
Gracias a Dios y a la generosidad de las personas pudimos asistir a las familias afectadas con alimentos y otras cosas necesarias. Pero sobre todo fue tiempo de presencia.Y la música volvió a sonar, las escuelas otra vez se llenaron de color."
Desde aquí esperamos que la alegría vuelva una vez más a las aulas de Sierra Leona.
* Los proyectos de Fundación Maga en Sierra Leona y en Camboya se financian con la venta de vino de la marca de la Fundación, elaborado por Muriel Wines.
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