Algo más de cuatro kilómetros de suaves curvas nos llevan por vaguadas, vallejos y lomas. Pasamos por el paraje del Espuro y, un poco más allá, encaramos el breve llano de Pardenillas, donde están tomadas las imágenes que acompañan estas líneas. Enseguida llegamos a la ladera de Mesamayor que, como un modesto puerto de montaña, nos franquea el paso hacia el término de Lapuebla.
Por nuestro costado derecho, la mencionada vertiente se inclina de forma acusada: abajo se abre la llanura fluvial de La Mezana, plantada de viña casi por completo. De muchas de estas parcelas obtenemos las uvas de tempranillo con las que producimos los vinos de las gamas de entrada de Muriel. Más al sur, La Mezana acaba cerrándose para dar lugar al marcado meandro del Encinal, de característica forma de espuela o pico hacia el este. En la otra orilla del río Ebro divisamos la extensa zona del Montecillo, un histórico paraje de viñedo que pertenece al municipio de Fuenmayor (La Rioja).
El recorrido nos recuerda las palabras de Henry David Thoreau en su célebre Caminar:
"Andamos en una luz pura y brillante que dora la hierba y las hojas marchitas, una luz tan dulce y serenamente viva que me hizo pensar que nunca antes me había bañado en un río de oro. El lado occidental de cada bosquecillo y de cada colina brillaba como la linde del Elíseo, y el sol a nuestras espaldas parecía un apacible pastor que nos guiara en el atardecer".
También te puede interesar: