Los festines navideños son la mejor ocasión para encontrar nuevos maridajes entre comida y vino. Estos días lo estamos probando con nuestros vinos, y hay hallazgos que nos están encantando.
Empezar muy bien
El primero es un entrante refinado y ya clásico en las mesas de Navidad: el foie gras. Sus características esenciales son su textura grasa y el sabor de tonos profundos, complejos, que tan bien combina con preparaciones caramelizadas, confituras, frutas y en general, toques dulces. Por eso lo hemos maridado con nuestro único vino con dulzor natural, el Conde de los Andes Semidulce (añada 2003): la armonía nos ha deparado una sorpresa deliciosa.
Azul, como el océano
Ahora vamos a por uno de esos quesos llamados azules. Muy intensos, con matices salinos, cremosos, singulares. Puede ser un cabrales, un roquefort, un gorgonzola... Los hay de muchos orígenes y tipos diferentes, y con todos funciona de maravilla nuestro albariño Pazo Cilleiro elaborado cerca del Atlántico: su vivacidad y su carácter profundo forman un contraste muy apetecible con el queso.
Esto es fuerte
No puede faltar un pescado, y nos hemos decidido por una de las versiones más potentes del bacalao: con un pisto o sanfaina muy concentrado. Los ingredientes vegetales alcanzan el máximo sabor y traban una relación perfecta con la carne jugosa, laminada y fuerte del bacalao. Para aumentar las sensaciones, un tinto con tantas capas y matices como el Muriel Viñas Viejas, de nuestras cepas de más edad de Elciego (Rioja Alavesa). Es una combinación con músculo y atractivo.
Carne esencial, blanco intenso
Para acabar con las proteínas, un señor plato muy tradicional: cordero lechal asado solo con agua y sal. Su austeridad contrasta con un resultado que es una cumbre de esencia y suavidad. Nada mejor que acompañarlo de un Viña Muriel Blanco Reserva, un vino fermentado en barrica, cuyo cuerpo y definición elevan el sabor del lechazo.
Que no falte el turrón
Todo ágape navideño que se precie tiene que acabar con turrón, ¿no? Nos hemos decantado por uno de los que gustan a todos: el de chocolate. Cuanto más negro mejor. Y cuanto más acompañado por un tinto profundo, refinado y con potente estructura, mejor también. Lo tenemos: Marqués de Elciego.
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