Jugamos a escoger los vinos de Navidad
Dos platos principales con varias posibilidades enológicas: ¿cuál elegimos?
Una de las muchas ideas atrayentes del libro ¿Qué vino con este pato?, del sumiller y comunicador Ferran Centelles, es que podemos distinguir entre maridajes de afinidad y maridajes de contraste. Los primeros son los más usuales y seguros. El clásico pescado + vino blanco, por ejemplo, representa una armonía esperable y universal. Entre los segundos, la sorpresa gana protagonismo. Combinar sabores inesperados puede resultar a priori un ejercicio de cierto riesgo, pero al mismo tiempo puede abrir la puerta a un goce aún más intenso e inolvidable.
¿Por qué no aprovechamos las cenas y comidas de Navidad para jugar a maridar desde ambas perspectivas? Lo bueno del catálogo de Muriel Wines es que tiene suficientes tipos y estilos de vino para disfrutar con maridajes equilibrados y cómodos tanto como armonías extrañas y reveladoras. Lo vemos con dos de los grandes platos más tradicionales de los días de fiesta en España.
Besugo al horno
Desde que el ferrocarril llegó a Madrid y otras ciudades de interior, y con él los pescados y mariscos frescos desde los puertos atlánticos, el besugo se convirtió en el plato navideño estrella. Y hasta hoy. Su aspecto sanote y brillante, muy de mesa pudiente; su textura carnosa y suave; y un sabor rico, sustancioso y que gusta a todos, han ayudado mucho a popularidad de décadas.
¿Cómo lo acompañaríamos? Tenemos una opción perfecta para un maridaje de afinidad: Conde de los Andes Blanco. Funciona muy bien con las sensaciones redondas y elegantes de la carne blanca del besugo. Si nos vamos al lado opuesto y buscamos un maridaje por oposición, encontramos una gratísima sorpresa: un Muriel Viñas Viejas Gran Reserva, con su finura extrema y una acidez marcada, incluso de recuerdos cítricos, aparecerá como un sorpresivo amigo del pescado.
Cordero asado
No hay preparación más tradicional que un lechazo asado. Ese carácter, junto a su presentación sobria pero contundente y un sabor entre profundo y delicado, lo convierten en el gran plato, quintaesencia de la cocina hispánica. Nuestro Reserva de Valdecuriel, la nueva bodega del grupo Muriel Wines en la Ribera del Duero, no puede ser más complementario. Por origen, por personalidad, por potencia en boca, es el vino naturalmente ideal con el cordero lechal.
Si queremos ensayar un contraste, las grasas de sutil sabor y de fondo fuerte del cordero nos dan una pista: ¿y si las ?limpiamos? con el perfil vivo y elegante de un Viña Muriel Blanco Reserva? En boca tiene una frescura muy interesante para compensar el ardor del horno, el crujir de la capa externa del lechazo, que esconde y protege una carne calórica pero a la vez finísima.
La verdad es que tenemos ganas de empezar este recorrido divertido, interesante y enriquecedor por las posibilidades de armonización comida navideña-vino. Al final se trata, como apunta el propio Centelles parafraseando a Jancis Robinson, de abrir los vinos que apetezcan a los comensales, sin muchas normas ni presiones. ¡Disfrutad!
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