Lagunas entre viñas, donde las aves descansan
Descubrimos los humedales de Laguardia, un refugio de biodiversidad único
Un paisaje sorprendente y de gran valor nos espera a poca distancia al este y sureste de Laguardia. Son sus cuatro famosas lagunas, que constituyen uno de los espacios naturales más singulares de nuestra pequeña comarca vitivinícola, Rioja Alavesa.
Rodeados de viña en todo su perímetro, estos humedales son de tipo endorreico, es decir, se forman exclusivamente por la aportación de agua de lluvia, bien directamente o por la acción de escorrentías desde los cerros cercanos. Las lagunas no reciben agua de ningún río y tampoco desaguan a ningún arroyo. Podríamos decir que son islas líquidas sin comunicación hídrica con el territorio circundante. Esta circunstancia facilita su desecación en verano, cuando su contenido se evapora y en la superficie queda sólo una fina capa compuesta de brillantes sales.
Con las primeras lluvias tras la estación seca, las lagunas vuelven a llenarse poco a poco. Y en el cénit del otoño, su papel de ?parada y fonda? de aves se refuerza. Y es que todas las especies migrantes aprovechan el lugar como etapa de descanso en sus largos viajes entre el frío norte de Europa y las tierras cálidas del sur de la Península Ibérica e, incluso, de África.
La laguna del Prao de la Paul (foto de M. Arrozal )
Importancia medioambiental
Todo el complejo lagunar está incluido en la Red Natura 2000 como Biotopo Protegido, dando relevancia a su importancia ambiental. Tres de los humedales, los conocidos como Carralogroño, Carravalseca y Musco, son naturales. El cuarto y más grande, el Prao de la Paul, es de origen artificial. Nació como embalse y ahora es un espacio completamente integrado en el entorno que actúa como refugio para todo tipo de fauna aérea, terrestre y acuática.
El Prao de la Paul es además uno de los atractivos más interesante para el turismo ambiental. Un agradable camino bordea toda la laguna y permite apreciar los distintos ambientes, desde los bosques de las riberas hasta los tupidos carrizales que penetran en el agua, formando pequeños paraísos para muchas especies de aves y anfibios. Las posibilidades de observación son infinitas mientras, a nuestra espalda, el viñedo arropa y protege este entorno extraordinario. Desde hace poco tiempo, algunas de esas viñas forman parte de la propiedad del grupo Muriel Wines. Pero esa ya es otra historia.
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