El Museo Thyssen invita a una armonía de vino y arte
Historias del vino en los cuadros del Thyssen
La armonía de arte y vino es fascinante. Ya la exploramos y disfrutamos hace un tiempo con un artículo muy visual acerca de la representación artística de la vendimia en diferentes épocas. Y es que pocos ingredientes resultan tan complementarios como el vino y la cultura para conseguir una experiencia sensorial casi perfecta.
Los responsables del Museo Thyssen de Madrid lo saben y por eso han diseñado un atractivo recorrido temático: La cultura del vino en la Colección Thyssen-Bornemisza. La ruta, que se enmarca en la celebración del 25 aniversario del museo, nos redescubre pinturas de épocas diferentes (desde 1509 hasta 1919) en las que la viticultura y el vino tienen un papel relevante.
Como reza la introducción de este itinerario, "sin el vino, la más civilizada de las bebidas, resulta difícil entender la historia cultural de la humanidad pues es un don de la naturaleza que habla directamente a los sentidos, a los corazones y a los recuerdos".
Vamos a catar un pequeño aperitivo a partir de tres cuadros. Si queréis saber más ?también acerca de otros itinerarios del Thyssen?, podéis consultar la programación aquí.
CHRISTOPH AMBERGER
Retrato de Matthäus Schwarz, 1542
En el alfeizar, la copa alude a los orígenes familiares del retratado, que era hijo de un importante comerciante de vinos alemán el siglo XVI. En esa época, siguiendo la tendencia general de expansión comercial, las transacciones de vino experimentaron un claro crecimiento. La agronomía romana fue recupe-rada y difundida por múltiples obras, que contribuyeron a cambios en las prácticas culturales y vinificadoras.
El sector del vino fue en muchos países la base de grandes fortunas y patrimonios modernos, un componente importante del capital mercantil, del que nacería en el siglo XVIII el industrial.
JEAN-HONORÉ FRAGONARD
El columpio, 1750-52
El cuadro despliega la exquisita ligereza, el hedonismo y la joie de vivre propios de la aristocracia en el mundano siglo XVIII. Acompañan a la pareja dos amorcillos y un bodegón con apetitosas frutas y una botella de vino, alusivas al juego amoroso.
La instalación de la corte francesa en Versalles abrió un periodo de apogeo de la gran cocina, de un refinamiento extremo. En ese contexto hay que enmarcar diversas novedades como la extensión de las botellas y de los corchos, que permitieron a su vez el envejecimiento o añejamiento del vino.
JUAN GRIS
Botella y frutero, 1919
Juan Gris es considerado una de las principales figuras del Cubismo. En este cuadro, pintado al término de la Primera Guerra Mundial, se muestran un frutero y dos símbolos de la sociedad de masas: el vino y el periódico.
La botella de vino se refería a un producto de consumo masivo en la sociedad francesa de la época. Aunque las estadísticas existentes reflejan un crecimiento tendencial del consumo de vino en ese país a lo largo de todo el siglo XIX, la Primera Guerra Mundial supuso un salto claro en la serie. La gigantesca masa de poilus, de reclutas, que la guerra obligó a movilizar, fueron generosamente surtidos de vino por la intendencia militar francesa. Millones de jóvenes volvieron del frente acostumbrados a beber una cantidad elevada de vino de forma cotidiana: el consumo per cápita situado en 103 litros al año en 1904, pasó en 1922 a 136.
También te puede interesar: