En la oscuridad incierta de una madrugada de principios de septiembre, salimos de Aldeanueva de Ebro en dirección sur, hacia la Sierra de Yerga. La pista de tierra conduce a la vasta finca de Montalvillo, 430 hectáreas, de ellas, 200 de viñedo entre la gran llanura agrícola del valle del Ebro y la linde del bosque de roble y pino. El paraje ocupa una ladera que va desde los 430 hasta los 700 metros de altitud. En las parcelas más bajas, plantadas de vides de tempranillo, empieza la vendimia 2020.
Montalvillo es, de todas nuestras zonas de viña, la que cosechamos más pronto. Por su latitud más cercana al Mediterráneo y, sobre todo, al centro de la depresión del Ebro, el clima en el extremo oriental de la denominación es más cálido y seco que en las subzonas de Rioja Alta y Rioja Alavesa. Este factor propicia una maduración algo más temprana. No es raro empezar a vendimiar a principios de septiembre, si bien las diferencias de altitud de cada parcela determinan ritmos diferentes.
De mosto a vino
Las primeras uvas de Yerga se trasladan sin demora, bien refrigeradas, a la bodega de Elciego, a 70 Km del viñedo. El viaje es cómodo, las dos ubicaciones están bien comunicadas por rectas carreteras que cruzan de punta a punta el ancho valle: una ventaja de la DOCa Rioja que explica buena parte del último siglo de historia de elaboración vitivinícola en la región.
En bodega, tras las mediciones de rigor y el prensado, el mosto pasa a depósitos de acero inoxidable. La fermentación no tarda en arrancar. Durante 9 días, el azúcar del fruto se va transformando en alcohol. El mosto, por lo tanto, se convierte en vino.
Las fotografías, tomadas el 20 de septiembre, muestran el aspecto del primer tinto de Muriel Wines de la cosecha 2020. Su vivo color, entre morado y violeta, hipnotiza. Sus aromas suben explosivos: fruta roja fresca, regaliz... Al probarlo, notamos una gran intensidad de fruta. Le esperan meses, quizá años, de evolución. Aún no sabemos el destino final: vino joven del año, crianza, reserva... La respuesta llegará en el futuro, en función del tiempo, la evolución y el potencial de maduración. La experiencia bodeguera permite incorporar esa incertidumbre como un factor normal. Incluso, como el rasgo consustancial a la naturaleza viva del vino.
Datos analíticos del primer tinto de 2020:
Alcohol: 13,4 % Vol.
Acidez titulable (ácido tartárico): 4,50 g/litro
Acidez volátil (ácido acético): 0,25 g/litro
Azúcares: 2 g/litro
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