Una misma variedad, la famosa tempranillo, protagoniza las viticulturas de dos de las zonas más reconocidas de España, Rioja y Ribera del Duero. Con todo, esta uva tinta expresa en cada territorio caracteres muy diferentes. Las condiciones geoclimáticas son decisivas y, a su vez, determinan formas de trabajar las viñas que pueden diferir de un lugar a otro.
Ahora que contamos dentro del grupo Muriel Wines con una nueva bodega en la Ribera del Duero "VALDECURIEL, en el valle de Las Pinzas, entre los pueblos de Curiel y Pesquera de Duero", estamos empezando a conocer más a fondo la tinta fina, nombre local de la variedad, y aprendiendo a interpretar su identidad zonal diferenciada, que depende sobre todo del clima y del suelo.
Primer factor: el clima
Mientras los vinos de la DOCa Rioja se producen en un área de clima moderado con fuerte influencia mediterránea, en la Ribera del Duero encontramos un clima continental semiárido. Si en Rioja, en general, no se dan muchos saltos bruscos de temperatura, en estos altiplanos del interior de España ocurre lo contrario, con un comportamiento térmico que parece buscar los extremos, en dos sentidos: las diferencias estacionales son muy marcadas, con veranos muy cálidos e inviernos muy fríos.; y junto a ello, se da una notable oscilación térmica entre el día y la noche. Esto se nota especialmente en verano, cuando a los días tórridos suceden noches muy frescas. No es extraño que esa diferencia de temperaturas alcance incluso 25 grados.
Efecto en la viticultura
El factor climático tiene claras consecuencias: en el valle del Duero, la maduración de la uva es más corta y la vendimia, más repentina. Normalmente tienen lugar a finales de septiembre aunque algunos años se realiza ya en octubre. En esos casos, se dispara el riesgo de heladas nocturnas, otro de los aspectos que definen la Ribera duriense.
En las viñas riojanas, las relativamente más suaves condiciones hacen que la vendimia sea antes y, sobre todo, permiten una periodo de cosecha más prolongada. Podríamos decir que en Rioja la uva Tempranillo ?aguanta? el punto durante más días.
Segundo factor: los suelos
En nuestras viñas riojanas, especialmente en la subzona Rioja Alavesa, domina la composición arcillo-calcárea. Su rasgo principal es la capacidad de retener el agua, aunque no por mucho tiempo, y gracias a ello, las cepas aprovechan bien las lluvias, que por otra parte son relativamente más abundantes que en la Ribera del Duero.
En esta última zona vitícola, y específicamente en la finca de Valdecuriel, los suelos son muy calizos y la orografía marca una pendiente pronunciada, lo que limita la retención hídrica.
¿Y qué diferencias presentan los vinos de tempranillo de una y otra zona?
En la Ribera del Duero, la concentración de agua en las uvas es menor, mientras la cantidad de azúcares y otras sustancias resulta proporcionalmente mayor; por otro lado, la rápida maduración acorta la acidez y contribuye a subir el contenido de azúcar. Todo ello se traduce en un tempranillo de gran carácter y personalidad algo salvaje.
Los vinos son, así, de color más profundo y aroma más concentrado. En boca son tánicos, con mucho cuerpo, de sabor potente y tonos aromáticos de fruta negra.
Por su parte, los tempranillos riojanos presentan una paleta de matices muy marcada. Son estructurados, por la propia fuerza de la variedad, pero no presentan un gran volumen ni una potencia de sabor. Son redondos y finos y en su cata destaca la acidez equilibrada y los tonos de frutas rojas.
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