Hemos reunido en una mesa, frente a varias botellas de la Colección Histórica de Conde de los Andes, a Elena y a Juanma. Ella dirige una vinoteca, es titulada por el programa Wines & Spirits Education Trust y ha trabajado varios años en departamentos de exportación de varias bodegas. Él es un consumidor puntual de vino y, si bien cada vez profundiza más, todavía no se considera ni siquiera un aficionado.
De vez en cuando, desde hace unos meses, Juanma compra vinos en la tienda de Elena. Hace poco descubrió en los anaqueles algunas botellas de añadas antiguas de Conde de los Andes y enseguida le llamaron la atención. Hasta entonces creía que los vinos podían tener algún tiempo, especialmente los reservas y grandes reservas, pero no había visto nunca vinos de 10, 30 o incluso 50 años.
(Juanma) ¿Cómo es posible que haya vinos con tantos años?
(Elena) En su momento, los responsables de la bodega decidieron conservar partidas de botellas de determinadas añadas al comprobar su extraordinaria calidad y su potencial de guarda. Eso significa que, por sus características y siempre que se conservaran adecuadamente, podían evolucionar lentamente hacia un perfil de finura singular. Y así ha sido.
¿Cómo es eso de ?conservarlos adecuadamente??
Pues se trata de mantener esas botellas en condiciones de temperatura y humedad estables, sin cambios. Esa constancia en el tiempo es lo que permite una evolución adecuada.
¿Qué tienen de especial?
Su virtud fundamental es la complejidad. La sensación de que tienen muchas capas. Eso se percibe en nariz, con aromas sutiles, a veces afilados, a veces dulces, a veces inéditos. En boca pueden ser jugosos, tostados, balsámicos y todo a la vez. El cuerpo y la frutosidad que tuvieron de jóvenes se ha transformado en una estructura pronfunda y fina. En un carácter que puede llegar a ser enigmático.
¡Se nota que te gustan, Elena!
Es que pueden llegar a ser muy singulares. Piensa en todos los años que han pasado desde que se recogieron las uvas? Son la demostración de que el vino, el gran vino, es algo vivo y eterno.
¿Se sabe si una viña es apta para que su vino se convierta en una vino histórico, de larga vida?
Por experiencia, los viticultores y las bodegas saben si una parcela determinada es especialmente indicada para que su vino pueda envejecer de forma óptima.
¿Y siempre tiene que ser una viña vieja?
No necesariamente, aunque si una viña de mucha edad ha sido bien cuidada y cultivada toda su vida, tiene más números de originar un gran vino histórico. Sus raíces habrán profundizado tanto en los suelos sanos que generan mayor capacidad de captar elementos minerales que proporcionen aún más capas de complejidad y de equilibrio. Suena misterioso, pero la verdad es que en todo esto de la larga vida de un vino hay algo de misterio, ¿no?
¿Hay un límite de edad en el vino?
Sobre el papel, no. Depende de una conservación óptima y de que el vino en sí tenga aptitudes para un envejecimiento muy largo. Piensa que hay vinos del siglo XIX que están bien. No hay uchos y cuestan una fortuna, claro. De hecho son joyas que están fuera del mercado. Pero dentro de la Colección Histórica de Conde de los Andes hay un tinto de 1970 y un blanco del 83 que a mí me han maravillado por su nervio de energía y por la esencia y la sensación como de algo trascendental? Abrir una botella pone la piel de gallina.
Por cierto, ¿cómo se abren?
¡Con mucho cuidado! Los tapones de corcho tan antiguos son delicados y pueden romperse o incluso granularse. Otra cosa mágica: cómo algo tan humilde puede contener y a la vez ir microoxigenando durante década el vino.
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